miércoles, 10 de octubre de 2007

Lost in Romania

En ese momento...
Otro relato de nuestro mas trotamundo reportero, desde un lugar de la Rumania... situacion, otra mas, narrada en primera persona para deleite de sus lectores, no tiene desperdicio, nunca lo dude... es Tone, el autentico "caballero del ligre", desde aqui un abrazo y gracias por ese momento.
  • Habían transcurrido unos años del derrocamiento del régimen comunista de Chauchescu cuando visitamos por primera vez Rumanía. Éramos estudiantes por entonces los cuatro amigos que fuimos, por lo que disponíamos de mucho tiempo libre al tiempo de no tener una perra gorda para gastar. Supongo que fue éste el principal motivo que nos impulsó a conocer Europa del Este.Contra todo pronóstico encontramos una oferta de vuelo para Semana Santa, con lo que no tuvimos que perder clases. Para mí era una cuestión obviable, pero mis compañeros, Luis, Jaime y Gabriel, estudiaban medicina y consideraban requisito indispensable la asistencia a las mismas para su formación.Hicimos turismo al más puro estilo mochilero. Deambulábamos de una ciudad a otra. Al llegar a Brasov, el cuarto día, una señora buscaba viajeros en la estación de trenes para alquilarles algunas de sus habitaciones disponibles en su casa. Esta señora resultó ser muy agradable, lo cual le dio credibilidad suficiente como para que aceptásemos su oferta.Pasamos dos días más que apacibles en Brasov y cuando íbamos a continuar nuestro viaje, la señora nos recomendó que fuésemos a un pueblo, según ella maravilloso, dejado de la mano de Dios, en el noreste del país. Al haberse ganado nuestra confianza, decidimos cambiar nuestro itinerario e ir a ese pueblo paradisíaco que prometía ser la octava maravilla del mundo.Después de un sinfín de horas de viaje en tren, llegamos a una estación donde sólo había animales de granja y un servicio anegado de orina. Fue a recogernos un hombre, tan recio que apenas cabía en el asiento del coche, a la estación. Se mostró muy amable y no dudó en darnos conversación en el trayecto de la estación al pueblo en un perfecto ruso. Al darse cuenta de que no le entendíamos se decepcionó un poco el bonachón.Al cabo de una hora, y tras pasar por caminos inexplorados con un Dacia (versión rumana de un Renault doce) llegamos a Mercesti, nuestro destino. No era el paraíso. Ni siquiera un jardín. Eran unas quince casas y nada más. Cuando digo nada más, es nada más.Al apearnos del Dacia se nos quedó la misma cara que cuando planeas un viaje para ir al Calderón a ver al atleti, pagas 60 euros por la entrada y luego pierde en el último minuto. De alguna manera ya sabías de antemano que iba a ser una decepción pero no te lo quieres creer... No sabíamos qué hacer. Le preguntamos al bravucón qué podíamos hacer en aquel pueblo un día entero y él contestó "manchester". Daba igual lo que le preguntases, sólo sabía decir "manchester".No sé quién pronunció la palabra mágica: "vodka". Ésto sí lo entendió. Acto seguido hizo gesto de beber y todos asentimos con la cabeza. Nos volvió a subir en el coche y nos llevó a un restaurante de carretera, (por llamarlo de alguna manera) y nos dejó allí.Era la hora de comer. Comimos. Durante la sobremesa nos seguíamos preguntando qué hacer ese día. El camarero se acercó y nos ofreció un licor. Todo empezó ahí. El licor nos gustó y pedimos otro. Luego otro. Cuando preguntamos el precio nos pedimos una botella para cada uno. Íbamos sobradísimos de pasta en aquel sitio.Nos levantamos y nos fuimos a la zona donde había barra. Los españoles necesitamos una barra. Seguimos bebiendo toda la tarde. Estábamos solos en aquel antro, por lo que nos permitíamos ciertas licencias. Discutimos sobre temas como la monarquía y arreglamos el mundo un par de veces.Al final de la tarde volvió a buscarnos “manchester” (creo que así es como le apodamos, no puedo recordarlo bien). Nos instó a que nos fuésemos con él, ya que luego no íbamos a saber encontrar el camino de vuelta a casa (en ruso). Le dijimos que nosotros nos quedábamos en el bar hasta que nos echasen. A los españoles nos gusta que nos echen de los bares y no irnos porque sí. Así pues, el hombre se marchó y nos quedamos los cuatro borrachos invitando a los lugareños a refrescos.La noche cayó. Nos echaron. Al salir del bar nos dimos cuenta de la realidad. No sabíamos dónde estábamos. Era noche cerrada y no había luces, ni coches...¡ joder, era un pueblo perdido en medio de la región de Moldavia en Rumanía!Decidimos caminar hacia la derecha. Anduvimos unos dos kilómetros. Al no encontrar ningún indicio de vida humana empezamos a acongojarnos. Seguimos caminando. De pronto apareció un camino de tierra que giraba a la derecha. Consensuamos y creimos conveniente introducirnos en el camino para ver si encontrábamos algo familiar en él. Eso no pasó.De repente me vi sujetando a Jaime por el cuello de la camiseta para que no se cayese mientras vomitaba, mientras Gabriel orinaba de rodillas apoyándose con una mano en un árbol. En ese momento supe que tenía que pedir ayuda.Llamé a España. Llamé a un amigo, Rafa. Estaba plenamente convencido de que él podría ayudarnos. Le comenté la situación y le dije que llamase a la embajada o a algún otro sitio para que mandasen cascos azules de la ONU a buscarnos... Rafa me contestó: “tio, no me asustes que estoy muy fumao”. Enseguida lo vi claro. Estábamos jodidos.Como en las buenas pelis de Hollywood, cuando ya parecía que no había solución y que íbamos a dormir a la intemperie, vimos un pueblecito en lontananza. Nos alegramos. Todavía quedaban dos preguntas sin respuesta: ¿era ese nuestro pueblo? y en ese caso, ¿cuál era nuestra casa?Había perros aullando y comiendo basura. Hacía frio. Teníamos que actuar rápido. Inspeccionamos las casas por fuera una a una para ver si encontrábamos el coche de “manchester”. No lo vimos.En un alarde de valentía y con más cojones que cerebro, Luis, un temerario de Dios y además del atleti, decidió introducirse casa por casa... y la encontró. Todo el mundo salió ileso.A la mañana siguiente el despertador sonó demasiado pronto. Yo estaba en una cama distinta a la que me acosté. Intentamos desayunar pero no podíamos probar bocado. Vaya resaca. Luis no se pudo levantar de la cama y se quedó en ella todo el día, mientras el resto, Gabriel, Jaime y yo, nos vestimos y nos fuimos de ruta a duras penas. Vimos unos monasterios ortodoxos acompañados de “manchester”. Nos contó que la mujer de Brasov era su cuñada. Todo encajaba. Era un tipo simpático. Por cierto, su hija estaba buenísima...


  • by Tone

jueves, 4 de octubre de 2007

Unas cañitas por Madrid

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miércoles, 3 de octubre de 2007

lunes, 1 de octubre de 2007

Nochevieja 07 El Porton

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